16 may 2017

IMPRESORAS 3D

¿Qué son y para qué sirven las 

impresoras 3D?

Permiten crear en minutos juguetes, piezas y repuestos de
maquinaria a partir de un rollo de plástico y un archivo digital;
en la Argentina se venden y hay un grupo que está haciendo
una de diseño nacional

Parece ciencia ficción, pero es una tecnología que hoy está 
disponible, que está viviendo un boom de uso, y que está 
cambiando el mundo, pieza por pieza: es un equipo que ocupa 
parte de una mesa y un rollo de hilo plástico. E imprime objetos
tridimensionales, palpables y utilizables: la carcasa de un 
teléfono celular o las piezas del complejo engranaje de un juguete 
pueden ser creadas sin dificultad alguna en una oficina, sin 
necesidad de coordinar envíos costosos de modelos y 
maquetas a estudios de diseño en Europa.

Con la ayuda de una computadora, un software de diseño y una

máquina creada usando patentes de uso libre, una empresa
argentina se anima a fabricar las famosas impresoras 3D, que 
poco tienen de impresoras tradicionales: no dejan tinta sobre un  
papel, Sino creaciones precisas de piezas cuyo único límite es la 
imaginaciónque tenga el dueño del equipo.
"Esta tecnología se asemeja a las primeras etapas de la computadora
personal", cuenta Marcelo Ruiz Camauër, de Kikai Labs , un empren-
dimiento argentino que desarrolla estos equipos.
Dada su flexibilidad al momento de crear objetos, las impresoras 3D pueden estar presentes tanto en el ámbito
profesional como en el hogareño. Sin embargo, quienes obtienen mayor provecho son los artistas y diseñadores industriales, que cuentan con la posibilidad de tener, de forma rápida y sencilla, una aproximación
final de una obra o prototipo, sin tener que llevar los planos a un
tercero para tener una versión palpable de su creación..
El equipo desarrollado por Kikai Labs está basado en la iniciativa
RepRap ,  un proyecto libre creado por el ingeniero y matemático
inglés  Adrian Bowyer, que permite que cualquier persona pueda  
fabricar una impresora 3D.

Continúa...

FUENTE:     LA NACION