30 jun 2021

LOS NUMEROS ROMANOS

Números Romanos


Los romanos formaron un imperio que se extendía por la mayor parte de Europa y por el norte de África.

Los pueblos sometidos aprendieron de ellos su modo de vida, sus costumbres, su lengua llamada latín, su escritura y también su sistema de numeración.

Tras la desaparición del Imperio Romano, en los siglos posteriores algunas de las cosas aprendidas de los romanos permanecieron, aunque fueron cambiando. 

Así nosotros, actualmente hablamos Castellano que es Latín evolucionado y al escribir seguimos utilizando letras latinas. 
Pero otras cosas aunque permanecieron varios siglos, después desaparecieron, así pasó con el sistema de numeración romano. 

Se sustituyó por el sistema de numeración arábigo, que proviene de la India y lo extendieron los árabes, es el que empleamos ahora y es mucho más fácil de manejar.

Actualmente vemos y utilizamos números romanos en muy pocas ocasiones: para nombrar los siglos, en los actos y escenas de una obra de teatro, en la designación de olimpiadas, congresos y certámenes, en la numeración de reyes, emperadores y papas, en inscripciones antiguas y en relojes antiguos.





Los Números Romanos son un sistema de numeración que utiliza siete letras mayúsculas, para representar los siguientes números:


LetrasIVXLCDM
Valores1510501005001000


Para escribir cualquier número con Números Romanos, se emplea una combinación de las siete letras anteriores y se deben cumplir las siguientes reglas:

  1. Nº 1
  2. Si a la derecha de una letra romana se escribe otra igual o menor, el valor de ésta se suma a la anterior.

  3. VI = 6;    XXI = 21;    LXVII = 67  


  4. Nº 2
  5. La letra "I" colocada antes de "V" o "X", resta una unidad.
    La letra "X", precediendo a "L" o "C", resta diez unidades.
    La letra "C", precediendo a "D" o "M", resta cien unidades.

  6.    IV = 4;    IX = 9;    XL = 40;    XC = 90;    CD = 400;    CM = 900


  7. Nº 3
  8. En ningún número se puede poner una misma letra más de tres veces seguidas.

  9. XIII = 13;    XIV = 14;    XXXIII = 33;    XXXIV = 34


  1. Nº 4
  2. Las letras "V", "L" y "D" no pueden duplicarse porque hay otras letras "X", "C", "M" que representan su valor duplicado.

  3.        X (no VV) = 10 ;    C (no LL) = 100 ;       M (no DD) = 1.000


  4. Nº 5
  5. Si entre dos cifras cualesquiera existe otra menor, ésta restará su valor a la siguiente.

  6. XIX = 19;    LIV = 54;    CXXIX = 129


  7. Nº 6
  8. El valor de los números romanos queda multiplicado por mil tantas veces como rayas horizontales se coloquen encima de los mismos.

 VI= 6 000 IX=  9 000 000 IV=  4 000 000 000 
Así se escribían los números romanos.    El concepto del 0 (cero)
 

Los romanos utilizaban el sistema de numeración decimal, el mismo que utilizamos nosotros, lo particular de ellos era la forma de escribir esos números.

Solamente manejaban números naturales y no consideraban que el valor "nada" fuese un número, por eso el cero no se puede escribir en números romanos.







Fuentes:  https://sobrehistoria.com/numeros-romanos/

               https://www.um.es/docencia/barzana/ENLACES/Numeros_romanos.html

               Edufichas.net

    


29 jun 2021

ALBERT EINSTEIN

 

Albert Einstein

FÍSICO, MATEMÁTICO

En el siglo XVII, la sencillez y elegancia con que Isaac Newton había logrado explicar las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos y el de los astros, unificando la física terrestre y la celeste, deslumbró hasta tal punto a sus contemporáneos que llegó a considerarse completada la mecánica. A finales del siglo XIX, sin embargo, era ya insoslayable la relevancia de algunos fenómenos que la física clásica no podía explicar. Correspondió a Albert Einstein superar tales carencias con la creación de un nuevo paradigma: la teoría de la relatividad, punto de partida de la física moderna.


Albert Einstein en 1947

En tanto que modelo explicativo completamente alejado del sentido común, la relatividad se cuenta entre aquellos avances que, en los albores del siglo XX, conducirían al divorcio entre la gente corriente y una ciencia cada vez más especializada e ininteligible. No obstante, ya en vida del físico o póstumamente, incluso los más sorprendentes e incomprensibles aspectos de la relatividad acabarían siendo confirmados. No debe extrañar, pues, que Albert Einstein sea uno de los personajes más célebres y admirados de la historia de la ciencia: saber que son ciertas tantas ideas apenas concebibles (por ejemplo, que la masa de un cuerpo aumenta con la velocidad) no deja más opción que rendirse a su genialidad.



Un mal estudiante

Albert Einstein nació en la ciudad alemana de Ulm el 14 de marzo de 1879. Fue el hijo primogénito de Hermann Einstein y de Pauline Koch, judíos ambos, cuyas familias procedían de Suabia. Al siguiente año se trasladaron a Munich, en donde el padre se estableció, junto con su hermano Jakob, como comerciante en las novedades electrotécnicas de la época.

El pequeño Albert fue un niño quieto y ensimismado, y tuvo un desarrollo intelectual lento. El propio Einstein atribuyó a esa lentitud el hecho de haber sido la única persona que elaborase una teoría como la de la relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los problemas que plantean el espacio y el tiempo, pues considera que todo lo que hay que saber al respecto lo conoce ya desde su primera infancia. Yo, por el contrario, he tenido un desarrollo tan lento que no he empezado a plantearme preguntas sobre el espacio y el tiempo hasta que he sido mayor».

En 1894, las dificultades económicas hicieron que la familia (aumentada desde 1881 con el nacimiento de una hija, Maya) se trasladara a Milán; Einstein permaneció en Munich para terminar sus estudios secundarios, reuniéndose con sus padres al año siguiente. En el otoño de 1896 inició sus estudios superiores en la Eidgenossische Technische Hochschule de Zúrich, en donde fue alumno del matemático Hermann Minkowski, quien posteriormente generalizó el formalismo cuatridimensional introducido por las teorías de su antiguo alumno.


Einstein con Elsa, su segunda esposa

El 23 de junio de 1902, Albert Einstein empezó a prestar sus servicios en la Oficina Confederal de la Propiedad Intelectual de Berna, donde trabajó hasta 1909. En 1903 contrajo matrimonio con Mileva Maric, antigua compañera de estudios en Zúrich, con quien tuvo dos hijos: Hans Albert y Eduard, nacidos respectivamente en 1904 y en 1910. En 1919 se divorciaron, y Einstein se casó de nuevo con su prima Elsa.

La relatividad

Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik: el primero de ellos le valió el grado de doctor por la Universidad de Zúrich, y los cuatro restantes acabarían por imponer un cambio radical en la imagen que la ciencia ofrece del universo. De estos cuatro, el primero proporcionaba una explicación teórica en términos estadísticos del movimiento browniano (así llamado en honor a su descubridor, Robert Brown), y el segundo daba una interpretación del efecto fotoeléctrico basada en la hipótesis de que la luz está integrada por cuantos individuales, más tarde denominados fotones. Los dos trabajos restantes sentaban las bases de la teoría restringida de la relatividad, estableciendo la equivalencia entre la energía E de una cierta cantidad de materia y su masa m en términos de la famosa ecuación E = mc², donde c es la velocidad de la luz, que se supone constante.

El esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de los físicos europeos, pero el reconocimiento público del verdadero alcance de sus teorías tardó en llegar; el Premio Nobel de Física, que recibió en 1921, le fue concedido exclusivamente «por sus trabajos sobre el movimiento browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En 1909 inició su carrera de docente universitario en Zúrich, pasando luego a Praga y regresando de nuevo a Zúrich en 1912 para ser profesor del Politécnico, en donde había realizado sus estudios.


Einstein tocando el violín, una de sus aficiones favoritas (c. 1930)

En 1914 pasó a Berlín como miembro de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de la Primera Guerra Mundial le forzó a separarse de su familia (por entonces de vacaciones en Suiza), que ya no volvió a reunirse con él. Contra el sentir generalizado de la comunidad académica berlinesa, Einstein se manifestó por entonces abiertamente antibelicista, influido en sus actitudes por las doctrinas pacifistas de Romain Rolland.

En el plano científico, su actividad se centró, entre 1914 y 1916, en el perfeccionamiento de la teoría general de la relatividad, basada en el postulado de que la gravedad no es una fuerza sino un campo creado por la presencia de una masa en el continuum espacio-tiempo. La confirmación de sus previsiones llegó en 1919, al fotografiarse el eclipse solar del 29 de mayo; The Times lo presentó como el nuevo Newton y su fama internacional creció, forzándole a multiplicar sus conferencias de divulgación por todo el mundo y popularizando su imagen de viajero de la tercera clase de ferrocarril, con un estuche de violín bajo el brazo.


Hacia una teoría unificadora

Durante la siguiente década, Einstein concentró sus esfuerzos en hallar una relación matemática entre el electromagnetismo y la atracción gravitatoria, empeñado en avanzar hacia el que, para él, debía ser el objetivo último de la física: descubrir las leyes comunes que, supuestamente, habían de regir el comportamiento de todos los objetos del universo, desde las partículas subatómicas hasta los cuerpos estelares, y agruparlas en una única teoría "de campo unificado". Tal investigación, que ocupó el resto de su vida, resultó infructuosa y acabó por acarrearle el extrañamiento respecto del resto de la comunidad científica. A partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se vio agravada por la necesidad de renunciar a la ciudadanía alemana y trasladarse a Estados Unidos; Einstein pasó los últimos veinticinco años de su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton (Nueva Jersey), ciudad en la que murió el 18 de abril de 1955.

Einstein dijo una vez que la política poseía un valor pasajero, mientras que una ecuación valía para toda la eternidad. En los últimos años de su vida, la amargura por no hallar la fórmula que revelase el secreto de la unidad del mundo hubo de acentuarse por la necesidad que sintió de intervenir dramáticamente en la esfera de lo político. En 1939, a instancias de los físicos Leo Szilard y Eugene Paul Wigner, y convencido de la posibilidad de que los alemanes estuvieran en condiciones de fabricar una bomba atómica, se dirigió al presidente Roosevelt instándole a emprender un programa de investigación sobre la energía atómica.

Después de que las explosiones de Hiroshima y Nagasaki pusieran fin a la Segunda Guerra Mundial, Einstein se unió a los científicos que buscaban la manera de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la formación de un gobierno mundial a partir del embrión constituido por las Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad evitara las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas en nombre de una singular amalgama de ciencia, religión y socialismo, recibieron de los políticos un rechazo comparable a las críticas respetuosas que suscitaron entre los científicos sus sucesivas versiones de la idea de un campo unificado.

Albert Einstein sigue siendo una figura mítica de nuestro tiempo; más, incluso, de lo que llegó a serlo en vida, si se tiene en cuenta que aquella fotografía suya en que exhibe un insólito gesto de burla (sacando la lengua en una cómica e irreverente expresión) se ha visto elevada a la dignidad de icono doméstico después de ser convertida en un póster tan habitual como los de los ídolos de la canción y los astros de Hollywood. Sin embargo, no son su genio científico ni su talla humana los que mejor lo explican como mito, sino, quizás, el cúmulo de paradojas que encierra su propia biografía, acentuadas con la perspectiva histórica. Al Einstein campeón del pacifismo se le recuerda aún como al «padre de la bomba»; y todavía es corriente que se atribuya la demostración del principio de que «todo es relativo» precisamente a él, que luchó encarnizadamente contra la posibilidad de que conocer la realidad significara jugar con ella a la gallina ciega.

Cómo citar este artículo:
Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Albert Einstein. Biografía. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España). Recuperado de https://www.biografiasyvidas.com/monografia/einstein/ 

BLAS PASCAL

 Blaise Pascal

Filósofo, físico, matemático e inventor

(Blaise o Blas Pascal; Clermont-Ferrand, Francia, 1623 - París, 1662) Filósofo, físico y matemático francés. Genio precoz y de clara inteligencia, su entusiasmo juvenil por la ciencia se materializó en importantes y precursoras aportaciones a la física y a las matemáticas. En su madurez, sin embargo, se aproximó al jansenismo, y, frente al racionalismo imperante, emprendió la formulación de una filosofía de signo cristiano (truncada por su prematuro fallecimiento), en la que sobresalen especialmente sus reflexiones sobre la condición humana, de la que supo apreciar tanto su grandiosa dignidad como su mísera insignificancia.


Blaise Pascal

Su madre falleció cuando él contaba tres años, a raíz de lo cual su padre se trasladó a París con su familia (1630). Fue un genio precoz a quien su padre inició muy pronto en la geometría e introdujo en el círculo de Mersenne, la Academia, a la que su progenitor pertenecía. Allí Pascal se familiarizó con las ideas de Girard Desargues y en 1640 redactó su Ensayo sobre las cónicas (Essai pour les coniques), que contenía lo que hoy se conoce como teorema del hexágono de Pascal.

La designación de su padre como comisario del impuesto real supuso el traslado a Ruán, donde Pascal desarrolló un nuevo interés por el diseño y la construcción de una máquina aritmética para facilitarle el trabajo a su padre. La máquina, que sería llamada Pascaline, era capaz de efectuar sumas y restas con simples movimientos de unas ruedecitas metálicas situadas en la parte delantera; las soluciones aparecían en unas ventanas situadas en la parte superior. Se conservan todavía varios ejemplares del modelo que ideó, algunos de cuyos principios se utilizaron luego en las modernas calculadoras mecánicas.


Una Pascaline construida en 1652

HIDROSTÁTICA

En Ruán comenzó Pascal a interesarse también por la física, en especial por la hidrostática, y emprendió sus primeras experiencias sobre el vacío; intervino en la polémica en torno a la existencia del horror vacui en la naturaleza y realizó importantes experimentos (en especial el de Puy de Dôme en 1647) en apoyo de la explicación dada por Torricelli al funcionamiento del barómetro.

Entretanto, en 1645 había abrazado el jansenismo, el movimiento reformista católico iniciado por Jansenio que, basándose en la doctrina de San Agustín de Hipona sobre la gracia y el pecado original, propugnaba un mayor rigorismo moral. Una enfermedad indujo a Pascal a regresar a París en el verano de 1647. Los médicos le aconsejaron distracción e inició un período mundano que terminó con su experiencia mística del 23 de noviembre de 1654, su segunda conversión; convencido de que el camino hacia Dios estaba en el cristianismo y no en la filosofía, Blaise Pascal suspendió su trabajo científico casi por completo.

Pocos meses antes, como testimonia su correspondencia con Fermat, se había ocupado de las propiedades del triángulo aritmético hoy llamado de Pascal y que da los coeficientes de los desarrollos de las sucesivas potencias de un binomio; su tratamiento de dicho triángulo en términos de una «geometría del azar» convirtió a Pascal en uno de los fundadores del cálculo matemático de probabilidades.




Blaise Pascal

En 1658, al parecer con el objeto de olvidarse de un dolor de muelas, Pascal elaboró su estudio de la cicloide, que resultó un importante estímulo en el desarrollo del cálculo diferencial. Desde 1655 frecuentó el más importante centro jansenista, la abadía de Port-Royal, en la que se había retirado su hermana Jacqueline en 1652. Tomó partido en favor de Antoine Arnauld, el general de los jansenistas, y publicó anónimamente sus Provinciales (1656-1657), conjunto de dieciocho cartas en las que defendió el jansenismo de los ataques de los jesuitas.

El éxito de las cartas lo llevó a proyectar una apología de la religión cristiana; el deterioro de su salud a partir de 1658 frustró, sin embargo, el proyecto, y las notas dispersas relativas a él quedaron más tarde recogidas en sus famosos Pensamientos (Pensées sur la religion et sur quelques autres sujets, 1669). Aunque Pascal rechazó siempre la posibilidad de establecer pruebas racionales de la existencia de Dios, cuya infinitud consideró inabarcable para la razón, admitió no obstante que esta última podía preparar el camino de la fe para combatir el escepticismo.

Así, el sentido común nos indica que lo más lógico es obrar como si Dios existiese, pues el beneficio que podemos obtener es infinitamente superior a toda posible pérdida. La famosa apuesta de Pascal analiza la creencia en Dios en términos de apuesta sobre su existencia: creyendo en Dios y observando una conducta virtuosa, podemos ganar la vida eterna; si el hombre cree y finalmente Dios no existe, nada se pierde en realidad. Pero, por más que razonemos, sólo se llega a la fe través del corazón, del sentimiento, en una iluminación súbita que escapa a cualquier intento de elucidación lógica: «El corazón tiene razones que la razón desconoce» es sin duda la más conocida frase de Blaise Pascal.

De este modo, la tensión de su pensamiento entre la ciencia y la religión quedó reflejada en su admisión de dos principios del conocimiento: la razón (esprit géométrique), orientada hacia las verdades científicas y que procede sistemáticamente a partir de definiciones e hipótesis para avanzar demostrativamente hacia nuevas proposiciones, y el corazón (esprit de finesse), que no se sirve de procedimientos sistemáticos porque posee un poder de comprensión inmediata, repentina y total, en términos de intuición. En esta última se halla la fuente del discernimiento necesario para elegir los valores en que la razón debe cimentar su labor.

Pero es acaso en la captación de la naturaleza humana donde reside el aspecto que sentimos como más moderno y perdurable de la obra de Pascal. El filósofo acepta tanto la grandeza como la miseria del ser humano, y de hecho lo define por esta doble condición. 

El hombre es incapaz de comprender tanto la inmensidad del universo como los diminutos mundos de cada partícula de materia; no puede concebir ni el todo ni la nada; no es un ángel, pero tampoco un animal; tiene nobles aspiraciones que no puede realizar. No obstante, pese a su insignificancia, posee la razón, y con ella conoce el universo, y puede, al conocer sus propias limitaciones, tender a Dios; el hombre no es más que un junco, una caña, pero es una «caña pensante».

Raramente, sin embargo, se enfrenta el ser humano a su propia naturaleza. Ante las cuestiones críticas de la existencia, ante la infelicidad inherente a su propia condición y ante el avance inexorable de la muerte, el hombre se evade de sí mismo y busca el olvido en la febril actividad de la vida cotidiana, ahuyentando así lo que más teme: el aburrimiento. 

Nada es más insoportable para el hombre que carecer de proyectos, de compromisos o de distracciones; porque entonces, detenido en medio del tedio, no puede sino tomar conciencia de la vacuidad de su vida y sumirse en la angustia o la melancolía. La conciencia de sí mismo, cualidad que lo distingue y enaltece, es también en el hombre fuente de desdicha, al recordarle su pobre condición.

Pero tampoco la actividad resuelve nada, pues no tiene otro objetivo que acallar la conciencia de la finitud y llegar inadvertidamente a la muerte: «Quienes juzgan muy poco razonable que la gente se pase el día entero corriendo detrás de una liebre que se podría haber comprado en el mercado, no entienden nada de la naturaleza humana. La liebre no nos impide la visión de la muerte y de otras miserias, pero la caza sí puede hacerlo, porque nos distrae». 

Por ese camino llega Pascal a inesperadas afirmaciones que sin embargo, a la luz de su examen sobre la naturaleza humana, cobran un profundo sentido: «toda la infelicidad de los hombres viene de una sola cosa: su incapacidad de permanecer tranquilamente a solas en una habitación». Una capacidad que sí posee (y que a veces envidiamos), por ejemplo, un gato, es decir, un ser no consciente.


FUENTES
Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Blaise Pascal. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España).  https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pascal.hTTP

26 jun 2021

CANCIONES ITALIANO - ESPAÑOL




Letra de la canción en italiano y Traducción al español
Un´state Italiana

Forse non sarà una canzone
A cambiare le regole del gioco.
Ma voglio viverla così quest’avventura
Senza frontiere, con il cuore in gola.


Il mondo in una giostra di colo
E il vento accarezza le bandiere.
Arriva un brivido e ti trascina via
E sciogle in un abbraccio la follia.

Notti magiche, inseguendo un gol,
Sotto il cielo di un’estate italiana.
E negli occhi tuoi, voglia di vincere.
Un’estate, un’avventura in più.

È un sogno che comincia da bambino,
E che ti porta sempre più lontano.
Non e una favola, e dagli spogliatoi
Escono i ragazzi e siamo noi.

Notti magiche, inseguendo un gol,
Sotto il cielo di un’estate italiana.
E negli occhi tuoi, voglia di vincere.
Un’estate, un’avventura in più.

Notti magiche, inseguendo un gol,
Sotto il cielo di un’estate italiana.
E negli occhi tuoi, voglia di vincere.
Un’estate, un’avventura in più.
Un’avventura,
Un’avventura in più,
Un’avventura,
Gol!
Tal vez no sea una canción
Para cambiar las reglas del juego.
Pero quiero vivirla así esta aventura
Sin fronteras, con el corazón en la garganta.


El mundo en un carrusel de colores
Y el viento acaricia las banderas.
Llega un escalofrío y te arrastra
Y convierte la locura en un abrazo.

Noches mágicas, persiguiendo un gol,
Bajo el cielo de un verano italiano.
Y en tus ojos, ganas de vencer.
Un verano, una aventura más.

Es un sueño que comienza de niño,
Y que te lleva siempre más lejos.
No es una fábula, y de los vestuarios
Salen los muchachos y somos nosotros.

Noches mágicas, persiguiendo un gol,
Bajo el cielo de un verano italiano.
Y en tus ojos, ganas de vencer.
Un verano, una aventura más.

Noches mágicas, persiguiendo un gol,
Bajo el cielo de un verano italiano.
Y en tus ojos, ganas de vencer.
Un verano, una aventura más.
Una aventura,
Una aventura más,
Una aventura,
¡Gol!

25 jun 2021

GENEROS LITERARIOS

 

Tipos de géneros literarios: 

narrativa, lírica y drama.

La escritura es la vía de transmisión y conservación de información más importante que tenemos los seres humanos y se lleva a cabo a través de la representación gráfica, que es diferente para cada cultura e idioma. A través del lenguaje escrito somos capaces de transmitir mensajes, registrar ideas y permitir que otros las adquieran a través de la lectura.

 Géneros literarios: tipos

La literatura y sus obras se agrupan en lo que se conoce como géneros literarios, que actúan como clasificadores en función de las características y los rasgos comunes entre los diferentes escritos. Esta clasificación se lleva a cabo atendiendo a la estructura, el tema o el fin que persigue el autor. Existen tres tipos de estilos literarios principales: la narrativa, la lírica y el drama.



Narrativa

La narrativa también se conoce como género épico y consiste en que el autor haga uso de la figura del narrador para contar los hechos protagonizados por unos personajes. El escritor presenta una realidad ficticia o realidad representada como si fuese el mundo exterior u objetivo, ajeno al autor.

Este género se caracteriza por la abundancia de descripciones, tanto de personas, como de situaciones y ambientes. También relata acciones y acontecimientos en un espacio y tiempo determinado e incluye monólogos y diálogos entre los personajes. 

Lo importante de este género es el narrador, el encargado de contar la historia a través de la narración, la descripción, la exposición o la argumentación. Puede ser de cuatro tipos:

·      Narrador omnisciente: lo sabe todo y describe la escena desde el exterior, por lo que el autor emplea la tercera persona.

·      Narrador testigo u observador: narra aquellas partes de la historia que él ha presenciado o ha conocido. No es como el primero que lo sabe todo y lo cuenta.




·      Narrador en primera persona: Se usa la primera persona porque el narrador es el protagonista. En este caso, el texto adoptaría una forma autobiográfica.

·      Narraciones en forma epistolar: Esta forma de narrar la historia es muy especial, ya que la historia se cuenta a través de cartas entre dos personajes.

El subgénero por antonomasia de este estilo literario es la novela, una extensa y compleja narración en la que predomina la narración y la descripción y el diálogo. En la novela se presentan diferentes personajes sumergidos en diferentes tramas que tienen lugar en espacios, épocas y tiempos muy diversos.

Dentro de la novela se encuentra el cuento, donde se desarrolla un argumento breve. Asimismo, acoge otros subgéneros como la bizantina, la novela caballeresca y cortesana, el libro de caballerías, la novela sentimental, pastoril, morisca, picaresca, pedagógica o política.

Dentro de los géneros narrativos menores se encuentra la leyenda, un cuento o poema breve de asunto tradicional o vagamente histórico donde conviven elementos fantásticos y sobrenaturales con un ambiente misterioso y que se suele decir que está basado en hechos reales; y la fábula, un cuento didáctico y moralizante que emplea animales con cualidades humanas para desprender una moral que se explica al final bajo el nombre de moraleja.

La narrativa también puede acoger textos en verso, en cuyo caso estaríamos hablando de epopeyas, poemas extensos donde se narran hechos importantes de la historia de un pueblo como en La Ilíada y La Odisea de Homero; de cantares de gesta, poemas largos donde se narran las hazañas de un héroe como El cantar del Mío Cid de autor desconocido; o de romances, poemas épico-líricos usados para narrar hazañas o hechos bélicos y cuyo origen es anónimo-popular.

Lírica

La lírica o género lírico es aquel que agrupa los textos en los que el autor expresas sus emociones o sentimientos en verso o en prosa. Es una tipología muy subjetiva ya que el autor presenta la realidad desde su propia perspectiva y utiliza el arte de la palabra para expresar sus pensamientos, reflejar sus estados de ánimo, sus vivencias o sentimientos. Por tanto, predomina el uso de la primera persona del singular.

Dentro de la lírica se encuentran otros subgéneros:

·      La canción: Suele tener un tema amoroso como hilo conductor, aunque también acoge otros temas como la naturaleza, la belleza, la amistad o la religión. Asimismo, se configura como un poema admirativo y emocionado.

·      La oda: Es un poema lírico cuya finalidad es la exaltación de una persona o cosa. Trata un tema serio y emplea un tono elevado y pasional.

·      La elegía: Es la expresión del dolor que causa la muerte, la pérdida, la separación o la ausencia de un ser querido. También hace referencia a desgracias colectivas y opera como un poema meditativo, melancólico y moralizante.

·      El himno: Es una canción que adopta un tono más exaltado y puede ser religiosa, patriótica o una celebración a la unión y la amistad.

·      La sátira: El poema se configura como una crítica burlesca y ridiculizadora sobre temas censurables, tanto del plano individual como colectivo.

·      La égloga: En los poemas de este tipo se lleva a cabo una exposición de los sentimientos amorosos y de exaltación de la naturaleza puesta en boca de pastores, por lo que suele adoptar forma de diálogo.

·      El epigrama: Es una sátira de menor extensión.

·      La letrilla: Es un poema estrófico con estribillo de metro corto pensado para ser cantado.

·      El madrigal: Forma parte de los géneros menores de la lírica y se define como un poema amoroso, dulce y amable. En síntesis, un piropo hecho verso.




Drama

El género dramático también es conocido como género teatral y acoge obras en forma de diálogo con la intención de que sean representadas en un escenario. Las obras dramáticas siguen su curso a partir de las interrelaciones de los personajes que, sin que el autor los represente o describa y sin especificar qué hacen o sienten, el público los va conociendo a partir del diálogo que se crea entre ellos.

Dentro de este género se encuentran los siguientes subgéneros:

·      La tragedia: una obra dramática con un final desgraciado. Suele contar los conflictos que ocurren entre personajes de alta alcurnia, víctimas de pasiones que les llevan a la destrucción y a la muerte. Un ejemplo clásico es Romeo y Julieta de William Shakespeare.

·      La comedia: una obra caracterizada por un final feliz y por el uso de un tono humorístico. En este caso se desarrollan situaciones divertidas y amables que atienden al enredo y a la intriga con personajes más alejados de la clase alta. La intención es provocar la risa del espectador.

·      El drama o tragicomedia: Es el subgénero intermedio entre la tragedia y la comedia, ya que las pasiones no alcanzan el nivel de intensidad de la tragedia y, en ocasiones, se intercalan elementos cómicos. En este caso, los personajes protagonistas luchan contra la adversidad y muestran un gran dolor y el final puede llegar a ser desastroso.

El mundo de las letras es fascinante y nunca habrá tiempo suficiente para empaparse de todas las obras literarias que nos enseñan a soñar y a comprender el mundo desde perspectivas diferentes.

 fuentes;

https://www.ifema.es/noticias/educacion/tipos-generos-literarios

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15 jun 2021

DIA DEL LIBRO EN ARGENTINA: 15 DE JUNIO

 

15 de Junio: 

Día del Libro en la Argentina

La conmemoración tiene por objetivo revalorizarlo como un instrumento de comunicación y trascendencia para las personas.

 

Desde 1908, cada 15 de junio se celebra en la Argentina el Día del Libro, una fecha que tiene el objetivo de revalorizarlo como un instrumento de comunicación y trascendencia para las personas.

 

Hasta 1941 la fecha era celebrada como “Fiesta del Libro” en la que se entregaban los premios de un concurso literario organizado por el Consejo Nacional de Mujeres. En 1924, el decreto 1038 del gobierno nacional declaró como oficial dicha fiesta y, en 1941, una resolución ministerial propuso llamar a la conmemoración “Día del Libro” para la misma fecha.

 

Sin embargo, en Argentina también se acompaña la celebración del Día Mundial de Libro, que es el 23 abril en recuerdo del fallecimiento de Miguel de Cervantes, de William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.

 

Desde los primeros años, la Educación acompaña la revalorización del libro como un elemento clave para el acceso al conocimiento. Si bien en la actualidad coexiste junto a las nuevas tecnologías, no se concibe la existencia de un aula sin libros. Ellos, siguen cumpliendo el trascendente rol de acompañar el acceso al conocimiento.


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 ¡NO HAY MEJOR AVENTURA QUE UN LIBRO!