La historia de Petra se remonta
hasta el siglo III a.C, como capital de los nabateos que logró mantenerse, como
tal, hasta el siglo I d.C. La ciudad formó parte del importante entramado de las
rutas comerciales de las caravanas que transportaban incienso, metales
preciosos, hierbas aromáticas y betún desde el Mar Mediterráneo, como ya dejara
escrito el historiador griego Diodoro de Sicilia en el siglo I a.C.
A pesar de
los intentos que se vienen realizando, a través de las excavaciones
arqueológicas, para desenmascarar la historia de este pueblo, todavía resulta
imposible establecer un hilo conductor uniforme.
En
agosto de 1812, durante un viaje por Oriente, el suizo Johann Ludwig Burckhardt
(1784-1817) (imagen) se enteró por boca de un peregrino de que muy cerca de
donde se encontraba habla una ciudad excavada en la roca.
Con un pretexto cualquiera
consiguió que los beduinos lo condujeran hasta allí, y así fue como descubrió la
ciudad de Petra en un desfiladero de 1.200 metros de longitud y 100 metros de
altura en algunos tramos. Hasta ese momento, los europeos creían que Petra era
sólo una leyenda.
LA CIUDAD EN LA ROCA:
Los
hallazgos más antiguos señalan que el hombre habitaba la garganta del Siq (del
árabe significa, garganta, desfiladero) ya en el Neolítico. Los orígenes de la ciudad
de Petra, situada en la actual Jordania, se remontan a la tribu de los edomitas,
enemigos acérrimos de Israel, que se asentaron en este lugar.
Los edomitas
hicieron de Petra uno de mas principales centros comerciales de Oriente Próximo.
Sin embargo, gran parte di los edificios esculpidos en la roca fueron obra de
los nabateos o, al menos, adquirieron su forma actual gracias a ellos, como el
Tesoro del Faraón (Khazne al-Firaun), originalmente una tumba rupestre, el Teatro
Romano, con un aforo de 5.00f localidades, el centro de la ciudad, con su
avenida con columnata, y otras tumbas rupestres que sugieren que Petra fue
primero una ciudad funeraria y que posteriormente fui ampliada. Los nabateos
cayeron bajo la dominación en el año 106 d.C.
La ciudad de Petra, ubicada en
Jordania, a pesar de mantener oculto más del setenta y cinco por ciento de sus
construcciones, ha conseguido despertar el entusiasmo de todo el mundo desde el
año 1812, cuando Johann Ludwig Burckhardt la identificó como tal. Para llegar a
la ciudad de Petra es necesario recorrer el siq, un estrecho desfiladero
que serpentea entre paredes montañosas. A la salida del pasadizo, lo primero que
ve el visitante es la fachada, básicamente griega, del Jazna, una «aparición»
tan incongruente en medio de las montañas del desierto que parece el decorado
abandonado por un equipo cinematográfico. Tras su descubrimiento en 1812,
diversos exploradores revelaron al mundo los esplendores de Petra. En 1826, dos
franceses —el conde León de Laborde y el ingeniero Maurice Linaut— trazaron
dibujos de la ciudad, siguiendo una línea romántica pero de gran realismo.
La
región y su capital, Bostra, fueron anexionadas al Imperio Romano y Petra perdió
su protágonismo. Grandes partes de la ciudad de piedra fueron destruidas por
sendos terremotos en los años 363 y 551, y sus habitantes la fueron abandonando.
Es casi seguro que la ciudad ya estaba prácticamente deshabitada cuando la
región fue conquistada por los árabes en el año 663. Después de las Cruzadas
medievales, Europa se olvidó de Petra, y con el tiempo la ciudad se fue
convirtiendo en leyenda, hasta su redescubrimiento. Las excavaciones no se
iniciaron basta la década de 1920, y más o menos por la misma época se abrió la
ciudad al turismo.
¿Quiénes fueron los habitantes de Petra?
Los nabateos, una tribu de pastores nómadas extraordinariamente hábiles, convirtieron Petra en el centro de su imperio hace más de dos mil años. Procedían del noroeste de Arabia y a partir del siglo V aC, durante un periodo de 600 años, extendieron sus dominios hacia el norte, hasta llegar a Damasco. Antes de la invasión de los nabateos existió un emplazamiento edomita —Edom, que significa rojo, era el nombre bíblico de esta región—, pero fueron aquéllos quienes excavaron la ciudad en la roca. Además, desarrollaron un estilo arquitectónico propio, una cerámica delicada y característica y un magnífico sistema de irrigación, fundamental para la historia y la prosperidad de la ciudad.
Los nabateos, una tribu de pastores nómadas extraordinariamente hábiles, convirtieron Petra en el centro de su imperio hace más de dos mil años. Procedían del noroeste de Arabia y a partir del siglo V aC, durante un periodo de 600 años, extendieron sus dominios hacia el norte, hasta llegar a Damasco. Antes de la invasión de los nabateos existió un emplazamiento edomita —Edom, que significa rojo, era el nombre bíblico de esta región—, pero fueron aquéllos quienes excavaron la ciudad en la roca. Además, desarrollaron un estilo arquitectónico propio, una cerámica delicada y característica y un magnífico sistema de irrigación, fundamental para la historia y la prosperidad de la ciudad.
Estratégicamente situada en un cruce de antiguas rutas comerciales, Petra acogía
a numerosos mercaderes que trasportaban mercancías del Mediterráneo, Egipto,
Damasco y Arabia. Los nabateos controlaban las rutas de caravanas y se hicieron
ricos y prósperos contando con Petra como base casi inexpugnable. La roca tenía
una importancia vital, y por ello no resulta sorprendente que su principal dios,
Dusares, estuviera simbolizado en bloques de piedra y obeliscos, que
pueden encontrarse en el siq y en toda la ciudad, que posteriormente
adquiriría la denominación de Petra, «piedra».
En
los siglos inmediatamente anteriores y posteriores al nacimiento de Cristo, los
nabateos vivieron el periodo de máximo esplendor, contabilizando Petra una
población de unas 20.000 personas. De vez en cuando, debían defenderse de
ataques de sus vecinos, en especial los romanos del norte, que ya en el 63 aC
habían intentado conquistar Petra. Estos lo consiguieron definitivamente en el
106 dC, fecha en que Petra, aparentemente sin litigio, pasó a formar parte de la
provincia romana de Arabia.
La
dinastía nabatea se había extinguido, y la población coexistió con los romanos
durante más de un siglo. Durante este tiempo, Petra siguió prosperando, y los
romanos construyeron el teatro y la columnata. Cuando Petra pasó a formar parte
del Imperio cristiano bizantino en el siglo iv, la Tumba de la Urna fue
convertida en iglesia, y la ciudad, en sede de un obispado. Pero con el
establecimiento de la era musulmana en el siglo vn, comenzó a ignorarse el
destino de Petra, con la excepción de una breve estancia de los cruzados, que
construyeron un sencillo castillo en lo alto de una colina al oeste de la
ciudad.
PETRA TURÍSTICA: Entre sus maravillas
podemos encontrarnos con el siq o pasadizo que nos conduce a la ciudad
escondida de los nabateos, pasadizo que popularizó el cine en películas como la
de Indiana Jones y su afamada "Ultima cruzada". Una vez dentro sorprende la
colosal ciudad diseñada con manifestaciones helénicas, lo cual no es de
sorprender si entendemos que el pueblo nabateo, aún siendo de origen árabe, se
dejó influir de forma plena por el estilo arquitectónico y escultórico griego.
La fachada del Templo es buena muestra de lo dicho. Pero más aún, en el
año 106 a.C. la ciudad fue conquistada por el imperio romano, pudiéndose
visitar en
Petra el espectacular Teatro Romano, con capacidad para más de 3000
espectadores, o varias calzadas romanas cuyas ruinas permanecen bastante
bien
conservadas. La visita a Petra conlleva la visita a su Tesoro, el Propileum y el
Monasterio en los que encontraremos de nuevo marcadas influencias griegas. En el
interior de la ciudad contemplaremos la bella decoración de las Tumbas, las
puertas de entrada a las distintas estancias, y las columnas esculpidas en la
piedra y en la zona de excavaciones visitaremos el Alto y Bajo Temenos, y El
nicho de la Exedra.
¿LÓGICA O MISTERIO?
La
ciudad de Petra fue construida en un largo desfiladero seguramente por motivos
estratégicos. Sin embargo, para conquistar una ciudad situada en un lugar de
esas características basta con hacerse con el control de los riscos
circundantes, siempre que los edificios se hallen en la garganta. Pero los
constructores de Petra fueron más listos y ubicaron las casas en el interior de
las paredes.
De ese modo adquirieron una gran ventaja, porque el enemigo ya no
podía atacar sin más los edificios y mucho menos evaluar la fuerza combativa y
la resistencia de sus habitantes. También había algún edificio en el
desfiladero, pero se trataba sobre todo de comercios que apenas ofrecían ninguna
pista acerca del armamento y el número de habitantes. Para conquistar Petra era
necesario desistir de la propia defensa y asaltar el desfiladero sin protección.
Demasiado riesgo para muchos enemigos, como quedó demostrado en varias
ocasiones.
El carácter legendario que tuvo Petra en Europa durante mucho tiempo
contribuyó a popularizar ciertos mitos y sucesos acerca de este lugar que han
perdurado hasta nuestros días, sobre todo durante el siglo XIX, cuando los no
musulmanes tenían prohibido visitar la ciudad. Pero, en realidad, ni es una
ciudad antediluviana ni tiene un origen enigmático.
Mitos y leyendas:
En el
siglo XIX se divulgo la noticia del redescubrimiento de la ciudad de Petra
aunque solo podan visitarla musulmanes. Eso suscito la aparición de macabros
rumores acerca de la permanencia en el interior de las casas de piedra de los
restos de los últimos cruzados que estuvieron en la ciudad.
Además, algunos
relatos hacían alusión al supuesto origen bíblico de Petra según el cual Moisés
hizo manar agua de una piedra en ese Jugar para abastecer al pueblo judío Un
rumor que corría en el siglo XIX afirmaba que el agua estaba envenenada y sólo
lo sabían los musulmanes Otras historias acerca de las atrocidades perpetradas
contra los cristianos en la aislada: ciudad de piedra por parte de criaturas en
parte vivas y en parte muertas y de los grandes tesares que debían de
estar escondidos en pasadizos subterráneos laberínticos dieron pie a la fama de
Petra como ciudad inquietante y a la vez fascinante.
FUENTE : PORTALPLANETASEDNA.COM.AR